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La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica, no contagiosa, que cursa con exacerbaciones y remisiones, y que se puede presentar de muchas formas clínicas, afectando fundamentalmente a la piel, pero también a las uñas y, con relativa frecuencia, a las articulaciones (artropatía psoriásica), tanto las de los dedos de las manos o de los pies como otras articulaciones de mayor tamaño.

La edad de aparición de la psoriasis es variable, aunque suele aparecer entre los 15 y los 35 años. En un tercio de los casos hay antecedentes familiares de psoriasis.
En la piel se suele manifestar como eritema o rojez, escamas blanquecinas y engrosamiento cutáneo formando placas. En la psoriasis de cuero cabelludo aparecen escamas blanquecinas, produciendo desde descamación leve parecida a la caspa hasta costras gruesas con pelo adherido. En uñas puede aparecer desde un piqueteado hasta destrucción de la lámina ungueal. La psoriasis cutánea puede afectar cualquier área del cuerpo, pero es más frecuente en codos y rodillas. Se clasifica como leve, moderada o grave, dependiendo del porcentaje de superficie afecta y de la gravedad de las lesiones. Clínicamente existen diferentes tipos: psoriasis en gotas, en placas, pustulosa, eritrodérmica, etc. También puede clasificarse por su localización: palmo-plantar, en pliegues o invertida, etc.

El curso de la psoriasis es muy variable entre pacientes y, por tanto, también el tratamiento debe ser personalizado por el dermatólogo para cada paciente para conseguir los mejores resultados. Existen numerosas pautas de tratamiento que permiten aclarar o “blanquear” la enfermedad durante un tiempo variable. Sin embargo, el objetivo no siempre es estar completamente limpio de lesiones, sino obtener los mejores resultados con el menor riesgo posible asociado a los tratamiento. No obstante, la psoriasis puede tener un fuerte impacto psicológico, emocional y social de la persona afectada, con repercusión en su calidad de vida, incluso cuando afecta pequeñas zonas, como el área palmar o genital, lo cual debe ser tenido en cuenta por el dermatólogo a la hora de prescribir un tratamiento u otro. Los tratamientos de la psoriasis son fundamentalmente tópicos pero también los hay sistémicos (orales, subcutáneos, intravenosos…) y fototerapia (luz ultravioleta y, en ocasiones, láser colorante pulsado).

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