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Los lunares, o nevus melanocíticos, son acúmulos benignos de las células que le dan color a la piel, llamadas melanocitos. Algunos lunares o nevus son congénitos, es decir, están presentes al nacer, pero la mayoría son adquiridos. Su número suele aumentar en relación con la mayor exposición solar. Este es uno de los motivos por los que en la infancia hay que insistir en las medidas de fotoprotección y, sobre todo, evitar las quemaduras solares. Es normal que aparezcan nuevos lunares durante la infancia y adolescencia.

Y es normal que, con la edad, el lunar crezca conforme crece el niño. Los nevus, con los años, pueden hacerse sobreelevados y, en ocasiones, puede cambiar su color o pigmentación, de modo que algunos lunares se oscurecerán y otros se aclararán. Esto también puede ocurrir en el embarazo, sobre todo en el abdomen. Aunque, afortunadamente, la mayoría de los lunares son benignos y nunca se malignizan, cuando aparecen cambios en un lunar conviene que lo revise un dermatólogo, especialmente si pica o sangra. Lo mismo ocurre cuando aparece un lunar que nos parece distinto al resto: es lo que llamamos el signo del patito feo. Los lunares grandes presentes desde el nacimiento, también llamados nevus congénitos, y los nevus con bordes irregulares o con distintos colores también deben de ser revisados periódicamente por un dermatólogo (aconsejable una vez al año como mínimo, con sistemas de control fotográfico y digitalización de imágenes). Los signos más importantes de alarma en un lunar y, por tanto, motivo de consulta dermatológica siguen el acrónimo ABC: Asimetría, Bordes irregulares, Coloración heterogénea. Otros cambios a tener en cuenta son el diámetro mayor de 6mm, la elevación, la exudación, el picor, el dolor y el sangrado.

Para finalizar, conviene saber que todos tenemos lunares y, por tanto, no es preciso extirpar todos los nevus, pues con eso no se evita el riesgo de melanoma, dado que aproximadamente la mitad de los melanomas (cáncer de piel) no aparecen sobre un nevus previo, sino que lo hacen sobre piel sana. Ante la duda, el dermatólogo decidirá qué lunar es preciso extirpar y cuál no.

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